El presidente Biden tiene previsto reunirse con su homólogo chino, el presidente Xi Jinping, el 15 de noviembre en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en California. Los analistas políticos y de mercado estarán atentos a cualquier señal de deshielo o endurecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y China. En los últimos años, las dos superpotencias del mundo han tenido muchos intereses divergentes, y algunos comentaristas lo llaman una nueva guerra fría entre los dos países. Cualquier desarrollo positivo de la reunión entre los dos líderes probablemente sería constructivo para la visión a largo plazo de la economía global. Sin embargo, las tendencias recientes no han sido positivas, y la falta de cooperación entre los dos países ha resultado en que el Departamento de Comercio de los Estados Unidos ordene nuevas restricciones para detener el flujo de chips utilizados en aplicaciones de inteligencia artificial a China.
Esta última acción proviene de muchos más aranceles y restricciones económicas que comenzaron en 2018. El gráfico de esta semana muestra las importaciones estadounidenses desde China como un porcentaje del total de las importaciones estadounidenses, utilizando los primeros nueve meses del año con fines comparativos. Hay una clara tendencia alcista desde el comienzo de los datos en 2002 hasta 2018. Luego, una vez que se introdujeron los aranceles, la disminución fue inmediata y ha continuado hasta el día de hoy.
Sin embargo, esta disminución no se debió solo a los aranceles, ya que el inicio de la pandemia mundial puso al descubierto los riesgos de que Estados Unidos tenga gran parte de su producción en el extranjero. China estaba aplicando una política de "cero COVID", lo que llevó al cierre de ciudades y puertos enteros por casos limitados de COVID-19. En consecuencia, los bienes producidos se enredaron en una red de cuellos de botella en la cadena de suministro.
Para los Estados Unidos, esto ha resultado en un cambio en la capacidad de producción. Algunas empresas estadounidenses han trasladado sus operaciones de fabricación a países como Vietnam, Bangladesh o América del Norte. Datos recientes muestran que Estados Unidos ahora importa más de México que de China. La reducción del comercio bilateral entre Estados Unidos y China es un tema importante de la desglobalización. Puede reflejarse en precios más altos para los consumidores estadounidenses y globales a medida que la economía global se vuelve menos "eficiente". La reducción de la producción general también es un riesgo, ya que una menor cooperación económica, en forma de comercio, significará menos incentivos para que cada país se escuche mutuamente a medida que surjan problemas mundiales en el futuro.